Aviso:
“QUIENES ESTAMOS CONSCIENTES DE LA GRAN OBRA DEL GOBIERNO MILITAR,
ANULAREMOS NUESTROS VOTOS EN LAS FUTURAS ELECCIONES (DE CONCEJALES),
EN DEMANDA DE LA LIBERTAD DE LOS SALVADORES DE CHILE ENCARCELADOS,
Y POR EL FIN DEL PREVARICADOR ACOSO JUDICIAL EXISTENTE EN CONTRA DE ELLOS”

Episodio II de Manipulacion de las masas, de Bernays.

Episodio II: Ingeniería del Consenso
En esta segunda parte, se comienza destacando los graves problemas psicológicos de las tropas norteamericanas involucradas en la Segunda Guerra Mundial. El 49% de los soldados llegaron a tener que ser evacuados por motivos psicológicos en algún momento, siendo también la primera vez que se prestaba atención a estos efectos psicológicos en una guerra, con psicoanalistas principalmente “importados” de Europa. Convencidos de que estos problemas no eran el resultado directo de la lucha, explorarían a través del psicoanálisis el pasado de estos soldados, considerando la situación del combate como el gatillo de estos problemas. Los resultados, serían también considerados una confirmación de la existencia de estas fuerzas irracionales bajo la capa de aparente normalidad de la mente.
Mientras que la victoria en la Segunda Guerra Mundial pareció una victoria para la democracia, en privado la clase política había aumentado sus preocupaciones como resultado de la aplicación masiva de psicoterapia en los soldados.
Así, tras la Segunda Guerra Mundial y los horrores del Holocausto, se impusieron las concepciones que consideraban al ser humano como un ser irracional cuya animalidad, miedos y deseos inconscientes habrían dado lugar a estas consecuencias. Este enemigo dentro de cada mente humana debía ser controlado. La única forma de hacer que la democracia funcionase, creía el poder, sería reprimir esta barbarie oculta en cada mente.
Lo necesario sería entonces, un ser humano capaz de internalizar los valores democráticos. La herramienta sería la terapia, a través de la que se podría hacer que la mente se volviera un pilar para la democracia. Un nuevo personaje que ganaría influencia en esta nueva era y se volcaría sobre esta idea, sería Anna Freud, que tras la muerte de su padre se convertiría en el personaje más influyente del psicoanálisis.
Anna, consideraba que se podía enseñar a la gente a manejar las fuerzas inconscientes ocultas; y la teoría era en su núcleo sencilla, bastaba con dirigir a la gente al conformismo con las normas sociales, jamás cuestionando la realidad. Esto fortalecería el ego, y la capacidad para controlar el inconsciente. Si no se daba el conformismo, el ego sería débil y sufriría, y podría caer en manos de las peligrosas fuerzas del inconsciente.
En 1946, el presidente estadounidense Harry Truman firmó la Ley de la Salud Mental Nacional, nacido de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de aplicar las ideas del psicoanálisis y de la necesidad de conformismo de Anna Freud a escala nacional; centros de salud mental por todo el país, y trabajadores sociales para estudiar y dar consejos a las familias.
Establecido en EEUU el psicoanálisis, pronto no sólo se trataría de crear ciudadanos modelo, sino consumidores modelo. Un grupo de psicoanalistas dirigidos por Ernest Dichter en el Instituto para la Investigación Motivacional, retomaría las ideas de Bernays y el flujo del momento en el psicoanálisis, para profundizar en el conocimiento de por qué y cómo la gente se comporta, compra, y responde a la publicidad. Para ello, analizarían no ya los motivos para comprar, sino la personalidad al completo de los consumidores de distintos productos, para averiguar cómo venderles productos. Este grupo, ideó el concepto de sesiones de psicoanálisis en grupo para productos, reuniendo grupos de individuos para opinar sobre anuncios y productos y observar sus reacciones; técnica que sigue utilizándose en el presente.
Ahora bien, Dichter estaba convencido de que esto era más que vender productos; como Anna Freud, consideraba que el entorno podía fortalecer la personalidad, y que los productos tenían el poder tanto de corresponderse con los deseos como de dar una sensación a la gente de identidad con las personas a su alrededor. Dichter llamaría a esta estrategia para crear una sociedad estable, la “estrategia del deseo” (e identificándote con un producto, esto podría tener un valor terapéutico).
Para principios de los 50, las ideas del psicoanálisis habían penetrado profundamente en la norteamérica. Una nueva élite había ascendido en la política, la planificación social y los negocios, unida por la idea de la irracionalidad de las masas, que debía ser controlada para llevar adelante la sociedad.
Anna Freud continuaba viviendo en la costa sur de Gran Bretaña, en una vida supuestamente idílica basada en su modelo de conformismo, tanto para ella como para una familia anteriormente deshecha, de madre divorciada y cuatro hijas, sobre la que había experimentado y con la que tenía cercanía. Sin embargo, por debajo de la superficie las cosas iban fatal; la salud mental de su familia modelo, la prueba de que el modelo del conformismo funcionaba, era desastrosa (ataques de histeria, alcoholismo), y las visitas a Anna Freud se hacían contínuas para continuar los análisis.
Sosteniendo esta situación con pinzas, aumentaría aun así la influencia de la familia Freud en EEUU. Los políticos decidieron acercarse al primo de Anna Freud, Edward Bernays, para pedirle ayuda en tiempos de crisis; su labor, sería manipular a la población en un momento tan crítico como el alza de la Guerra Fría, después de que la Unión Soviética obtuviera la bomba atómica en 1953.
Bernays, que por aquel entonces trabajaba para grandes corporaciones y políticos, incluyendo al presidente Eisenhower, sugirió que no se debía reducir el miedo al comunismo de la gente, sino que había que alimentar y manipular ese miedo; pero de tal forma, que se convirtiera en un arma en esta Guerra Fría.
Uno de los principales clientes de Bernays era la United Fruit Company, con plantaciones en Guatemala, que había controlado el país a través de dictaduras; el modelo de lo que conocemos como “república bananera”. Sin embargo, en 1950 un gobierno democráticamente elegido había prometido acabar con el control de la United Fruit Company, anunciando en 1953 la expropiación de las tierras inutilizadas de la compañía. Para librarse del gobierno guatemalteco, la United Fruit Company recurrió a Bernays.
Debía cambiarse la percepción del gobierno guatemalteco como elegido popularmente que hacía cosas por la gente, para convertirlo en una amenaza para EEUU, la “amenaza comunista”. Sacar a la United Fruit Company de la percepción de lo que sucedía en Guatemala, y convertirlo en una cuestión política que concernía a la democracia (capitalista) en su lucha contra el comunismo (aunque no hubiera relación alguna entre el gobierno democrático guatemalteco y Moscú).
Bernays organizó un viaje a Guatemala para periodistas influyentes en EEUU, los cuales en su mayor parte desconocían la situación política del país. Organizó encuentros con golpistas en Guatemala, que les hablarían del control soviético sobre el gobierno. Se llevó también a cabo una violenta manifestación antiamericana en aquel momento, que se especula por las declaraciones de antiguos empleados de la United Fruit Company que estuvo también organizada por Bernays. Creó también una falsa agencia de noticias independendientes en EEUU, la “Middle American Information Bureau”, que bombardeaba a los periódicos norteamericanos sobre informaciones acerca de cómo la Unión Soviética pensaba utilizar Guatemala como cabeza de playa para atacar EEUU.
Lo que Bernays estaba haciendo aquí, no era sólo intentar derrumbar el régimen democrático guatemalteco para la United Fruit Company; seguía teniendo como cliente al gobierno norteamericano, con Eisenhower parte de toda esta operación. Se dieron instrucciones a la CIA para dar un golpe de estado; entrenando un ejército rebelde, y proporcionando ayuda militar directamente operada por EEUU. Bernays estaría mientras tanto en EEUU preparando la propaganda que vendería este asalto como la “liberación de Guatemala”, organizada por luchadores por la libertad, y a favor de la democracia.
Tras derribar el gobierno democrático en Guatemala en 1954 y la visita de Nixon para justificar al nuevo régimen, continuaría la propaganda preparando panfletos marxistas “encontrados” en el palacio presidencial. “Esta es la primera vez en la historia del mundo”, diría Nixon en su visita pública a la nueva junta militar, “que un gobierno comunista ha sido derribado por la población. Y por esto, les felicitamos a ustedes y a la gente de Guatemala”.
En Guatelama, se seguiría una guerra civil de 30 años en la que el gobierno militar sería responsable según la “Comisión de la Verdad” de la ONU al respecto del 90% de las violaciones de los derechos humanos, y de la limpieza étnica de la población de origen maya, considerada una de las mayores sucedidas en latinoamérica.
La idea de que había que manipular a las personas a través de las técnicas que se habían ido desarrollando en el Siglo XX para desarrollar la guerra fría, se afianzó en Washington; en la CIA, lo iban a llevar mucho más lejos. Convencidos de que en la Unión Soviética estaban experimentando con métodos psicológicos para alterar los recuerdos y sentimientos de las personas para producir personas más controlables, autómatas, para lo que acuñaron la expresión de “lavado de cerebro”, decidieron que esto era posible,… y probarlo ellos mismos. Así, a finales de los 50 invirtieron en las universidades norteamericanas que investigaban el psicoanálisis, y empezaron a llevar a cabo programas secretos para averiguar cómo alterar y controlar los impulsos internos de los seres humanos.
La idea llegó a ser más radical; estos peligrosos impulsos subyacentes no sólo podían ser controlados, sino eliminados por completo. Nacería el programa MK-ULTRA, reconocido tiempo después por la propia administración norteamericana y dirigido por el doctor Ewan Cameron. Su teoría era que recuerdos reprimidos u olvidados eran la base del temible inconsciente, pero que el psicoanálisis era demasiado lento para revelarlos; la solución, borrarlos. Se utilizó LSD y “terapia electroconvulsiva” con pacientes con problemas mentales, para producir “personas nuevas” que con un pasado borrado podrían adquirir nuevas formas de conducta. Borrado el material anterior de la memoria, se alimentaría a estos individuos con nuevo material, pretendidamente positivo, para reprogramar el cerebro.
Los resultados fueron desastrosos. Lo único que consiguieron, fueron individuos con pérdidas de memoria, y la capacidad de repetir la frase “estoy agusto conmigo mismo”. El resto de experimentos siguió el mismo camino, desanimando a los psicólogos americanos respecto a la posibilidad de reconfigurar el funcionamiento interno de las mentes de las personas. No habían soluciones sencillas. Esto fue más problemático de lo que parece, puesto que el poder de los psicoanalistas surgía de la idea de que eran capaces de entender y controlar las motivaciones subyacentes a los seres humanos; ahora, empezaba a cuestionarse la base de sus ideas.
Pero la caída de la visión clásica del psicoanálisis empezó en Hollywood, donde la influencia de Anna Freud era especialmente fuerte. En 1960 su mayor estrella, Marilyn Monroe, necesitaba ayuda respecto a su estado de ánimo desesperado y su adicción al alcohol y drogas. Se siguió la misma idea que Anna Freud había llevado a cabo con la familia modelo que ahora estaba rompiéndose y que había sido la base de su popularidad respecto al modelo de cambiar el ambiente y empujar al conformismo; si se enseñaba a Marilyn Monroe a entrar en el conformismo y tener objetivos sociales adecuados, esto ayudaría a su ego a controlar sus impulsos destructivos.
Ralph Greenson, el psicoterapeuta al cargo, persuadió a Marilyn Monroe para cambiar a una casa cercana, en la que se recreó una falsa vida familiar conforme con los standards sociales con la familia del propio doctor. La familia de Ralph, actuaría como si fuera la propia familia de la actriz, con el doctor como modelo de conformismo.
Poco después llegaría el suicidio de Marilyn Monroe, que resultó un shock para toda la comunidad psicoanalítica, incluyendo a Anna Freud. El psicoanálisis en sí y su influencia en norteamérica, empezó a ser cuestionado públicamente. ¿Beneficiaba a los individuos, o se trataba de una forma de mantener el órden social?
Arthur Miller, ex-marido de Marilyn, sería uno de los críticos más fuertes en público. Cuestionaría el que a través del psicoanálisis se considerase el sufrimiento como un error, un signo de debilidad o enfermedad, reclamando la necesidad del sufrimiento para entender la vida en lugar de buscar una existencia “lobotomizada”, llena de una felicidad artificial.
La forma en que los negocios estaban usando el psicoanálisis para controlar a la gente también fue atacada. El primer golpe lo dio Vance Packard en su best-seller “Hidden Persuaders” (Persuasores Ocultos), que detallaba cómo las corporaciones habían convertido a las personas en marionetas emocionales para mantener la producción económica, manipulando sus deseos para que se dirigieran a nuevas marcas y modelos.
El segundo golpe, vino del filósofo Herbert Marcuse, quién había sido entrenado en el psicoanálisis, que hablaba sobre la “obsolescencia planificada” en el consumo para la producción de “nuevas” marcas y productos que resultan ser el mismo, y una “prosperidad” que llevaba a una existencia esquizofrénica y los problemas derivados de un progreso totalmente vacío.
La idea de Marcuse no era tan sólo que el psicoanálisis hubiera sido utilizado para objetivos corruptos, sino que se desarrollaba a un nivel más fundamental. Era el concepto en sí de que debía controlarse a la gente lo que estaba equivocado. Las personas tenían emociones y deseos, sí, pero estos no eran inherentemente malvados o violentos; era la sociedad lo que hacía peligrosos estos elementos reprimiéndolos y distorsionándolos. Anna Freud y sus seguidores habían aumentado esta represión para dirigir a la gente al conformismo, y al hacerlo habían hecho a la gente más peligrosa. Aquello a lo que se estaba adaptando a la gente era algo corrupto. Marcuse, giró el concepto del origen de los problemas del interior del individuo a la sociedad en sí. Someterse a la sociedad, sería lo mismo que someterse a esa corrupción.
“La psicología moderna tiene una palabra que probablemente se usa más que ninguna otra palabra en psicología. Es la palabra inadaptado. Ahora, deberíamos buscar vivir una vida bien adaptada para evitar personalidades neuróticas y esquizofrénicas. Pero hay algunas cosas dentro de nuestro órden social y nuestro mundo para las que estoy orgulloso de ser un inadaptado, y para la que os llamo en buena voluntad para que seais inadaptados. Nunca he tenido la intención de adaptarme al segregacionismo racial y la discriminación. Nunca he tenido la intención de adaptarme a la intolerancia religiosa. Nunca he intentado adaptarme a las condiciones económicas que crean necesidades para dar la riqueza a unos pocos, con millones de hijos de dios ahogándose en la pobreza. Nunca he intentado ajustarme al control del gobierno por un grupo violento. Nunca he intentado adaptarme a los efectos trágicos de la violencia física y el militarismo. Os llamo para que seais inadaptados para estas cosas” — Martin Luther King