El Protestante

Hace muy pocas semanas escribí una columna en la que hice un sincero homenaje a Guido Girardi. Dije que muchos de los neoecologistas, los "nuevos verdes" (que recién ahora, en los últimos meses, empezaron a abrazar la causa ambientalista), no me merecían ningún respeto. Pero que, en cambio, los "viejos verdes", como Girardi, me parecían dignos de reconocimiento.
Pero parece que tantas congratulaciones envalentonaron a Guido, porque agarró papa y se puso a protestar por todo.

Se transformó en pingüino y salió a quejarse por la mala calidad de la educación, posiblemente frustrado porque en sus 20 años como miembro de la clase política y de la coalición gobernante no logró influir para conseguir avances.

También irrumpió con carteles en La Moneda para protestar contra la comida chatarra, quizás frustrado porque en su condición de presidente del Senado no tiene el poder suficiente como para ser escuchado o defender sus ideas de un modo distinto.

También se quejó por La Polar, por la venta de las sanitarias, por la construcción de una cárcel en Alhué, por la lentitud en la tramitación de un proyecto que regule las uniones homosexuales, etc.

En fin, Guido (a quien alguna vez bauticé como "Giro" Girardi) comenzará a ser denominado "Grito" Girardi, por su persistencia en levantar la voz por todas las causas que se le cruzan en el camino.

Lo bueno que tiene Girardi, nunca será excesivo insistir en ello, es que se opone a todo. Su inconformismo crónico lo vuelve un tipo de una sola línea. Ante todo, su respuesta es "me opongo".

Todo esto a mí me acomoda mucho, porque sin personas como él las sociedades no progresarían. Sería todo tan sencillo y expedito que uno se perdería la posibilidad de aprender de lo adverso.

Lo único que me provoca un poco de pena es que Guido, dada su escasa influencia y nulo poder, debe recurrir cada vez a fórmulas más extravagantes y prosaicas para hacer oír su voz. Me temo que en no mucho tiempo más va a llegar a las tácticas que hemos visto en otras partes del mundo para llamar la atención y defender causas justas; como correr desnudo en medio de una final futbolística (ojo, que se viene la Copa América, no sería raro que ahí intente algo), lanzarle una torta a alguna alta autoridad política del país (en una de esas innova y se realiza un autoatentado), desplegar un cartel enorme en alguna asamblea de organismos internacionales o hackear un sitio web de algún gobierno o de algún parlamento.

Ojalá las cosas no lleguen a tanto. Espero que las personas importantes de este país lo tomen por fin en cuenta. Porque, por lo menos yo, no quiero verlo correr a poto pelado por ninguna parte. Eso ya sería musho .

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